domingo, 27 de septiembre de 2009

Artículo para pensar un ratín

http://www.elpais.com/articulo/portada/Pieles/finisimas/elpepusoceps/20090927elpepspor_12/Tes

Porque estoy, en gran parte, de acuerdo con el mismo.

De nuevas con la Vespa


De nuevas con la Vespa
Originally uploaded by "S de Santi"
Tras la marcha de Adam, nuestro contacto con la empresa de alquiler de la Vespa, nos lanzamos a recorrer la ciudad con ella.
Aquí está el momento de arrancar la motillo.
P.D. Y no, no soy un chulo ;-)

jueves, 3 de septiembre de 2009

Zamora y Portugal II

Nos habíamos quedado en la zona de Sanabria, en La Laguna de Los Peces, un lugar precioso e idílico, al que es mejor ir de visita en un mes que no sea agosto, o que no pillen unas vacaciones tipo puente o algo así. Porque está accesible en coche, hay mucho turisteo por la zona y estaba “petado” de gente. Pero bueno, para hacer una visitilla breve y tomar referencias para futuros viajes, está bien.

Bajamos hacia el lago de Sanabria, yo no tengo muchas ganas de verlo, pero Antonio dice aquello de “ya que estamos, vamos a verlo”. Y es peor de lo que pensaba!!!!!!!!!:

Está lleno de coches, de gente (obvio, los coches sólos aún no circulan), y parece una playa del Levante en pleno veraneo, un horror. Hasta patinetes hay en las “playas”, Agghh!!!!!!!!
Damos la vuelta en pocos kilómetros y tomamos caminito, caminito hacia Puebla de Sanabria, esta vez sólo de paso (vendremos mañana), para acercarnos hacia nuestro destino para dormir; Bragança.
Antonio quiere visitar un pueblo en la frontera, con una historia algo curiosa, Rihonor de Castilla.
http://www.abc.es/hemeroteca/historico-20-03-2003/CastillaLeon/rihonor-de-castilla-y-rio-de-onor-de-portugal-el-reflejo-del-olvido_169046.html

La carretera es impresionante, curvas y más curvas, aunque con un asfalto de justo agarre y con un trazado nada cómodo para hacerlo a diario o en otro tipo de vehículos. Lo típico; la carretera es preciosa para los que vamos en moto, de excursión o de turismo, y queremos que sea así, pero para los usuarios de la misma, es una “putada”, dicho mal y pronto.

El caso es que después de un buen rato, y de pasar por zonas en las que los incendios han hecho estragos no hace demasiado tiempo (y el empeño de las administraciones de seguir repoblando con pino y con eucalipto) o de pinares algo más viejos, llegamos al pueblo. Está enclavado en un valle cerrado, precioso y silencioso a más no poder. El trazado sigue el curso del río y se encarama a ambas orillas, intentando que las riadas primaverales, no se lo lleven por delante.
La pizarra es la “reina” de la construcción aquí, para todo; muros, fachadas, escaleras, parcelas, etc. Lo cierto es que le da un encanto especial al pueblo. Me da a mi que los inviernos han de ser duros por estos pagos.


Antonio me cuenta un poco por encima la “historia” de estos pueblos tanto de Rihonor como de Rio de Onor, en Portugal, distantes sólo por un puente y que han compartido durante siglos existencia casi al margen de las nacionalidades a las que pertenecían. Me comenta que una de las fuentes de ingresos para los habitantes de ambos lados, era el contrabando.





Tras la breve visita a ambos lados seguimos camino hacia Portugal, para llegar a Bragança con buena hora. Preguntamos dónde hay hoteles y nos indican un Ibis, Valentín que es experto, nos dice tras la visita al citado hotel, que ni de Blas: que es caro y está lejos del centro, nada de nada. Así que allá nos dirigimos, relativamente cerca del castillo, preguntamos a un paisano y nos recomienda un hotel muy cerca, Tras la inspección de Valentín, nuestro scout hotelero, nos decidimos por éste. Sale bien de precio, las habitaciones son correctas, limpias e incluye desayuno en el monto. Así que dejamos las motos en la puerta, ya que el personal del hotel está toda la noche en recepción, y las motos las tiene a la vista. Nos quedamos tranquilos en ese sentido.

Ducha (ufffff, qué gusto!!!!) y quedamos en media hora para dar una vuelta y tomar algo. No hay muchos sitios donde ir la verdad y el tema del tapeo en Portugal, no lo manejan mucho me da a mi. Así que tras un breve paseo y llamar por teléfono para “fichar”, arribamos en un bar en el que, qué raro, están viendo un partido de fútbol, el Benfica contra no se quién (es que a mi el fútbol…..). pero bueno, pedimos unas cervezucas y al rato algo de picar. Nos sirvieron un curioso plato de una montaña de queso (no es coña) que cubría un popurrí de carne y salchichas, sobre una base de tomate. Lo cierto es que estaba rico, sería el hambre. Y el pan estaba de muerte, Valentín se puso a lo suyo; hacer barquitos, y mojar, que le encanta ;-)





Después de la cena ligera, volvemos para el hotel, la temperatura es ideal (casi fresca) y se duerme muy a gusto. El toque de diana, a las 7:00 hora española, para aprovechar el día. El desayuno está bastante rico (el pan otra vez, de vicio) y tras pagar la cuenta gracias al Fondo de Cohesión Motera (a 30 euros por cabeza), nos largamos.



El plan es visitar de nuevo Puebla de Sanabria, para recorrer una carretera que tiene muy buena pinta, y que cruza el Parque natural de Montesinho. La carretera es la N-103, y se compone de los siguientes elementos: curvas a cascoporro, pueblos muy cucos tanto en el lado portugués como en el español, y de paisajes preciosos. Vamos, ideal para ir en moto.

Y termina, en un no menos precioso pueblo, Puebla de Sanabria.
Bueno, algo de historia, de situación, etc.
http://es.wikipedia.org/wiki/Puebla_de_Sanabria#Or.C3.ADgenes
http://www.pueblasanabria.org/


La verdad es que está en un sitio impresionante, las vistas son fabulosas.
Paseo corto por la villa, y vuelta a desandar el camino (estos moteros!!!!!!!!!), la carretera es genial, qué leñe es la misma que antes, ja, ja!!!!!
Una pequeña parada en una fuente para repostar líquido y descansar un rato, y vuelta a Portugal.
La carretera que nos lleva dirección Miranda, es algo sosa, sin mucho aliciente la verdad, además el calor empieza a hacerse notar y es un poco coñazo.
Llegamos a Miranda de Duero, Miranda Do Douro en El Mirandés, con el estómago preparado para zamparnos uno de sus famosos bacalaos. El sitio elegido por Valentín (lo que vale este hombre!!), nos demuestra lo que es el agosto en estas tierras; el restaurante está hasta la bandera, y no reservan, claro. Así que nos toca esperar un poco.

Os garantizo que la espera merece la pena, madre mía que Bacalao (si, si, en mayúsculas), nos metimos en el cuerpo. Me ahorro la descripción porque no soy tan cruel, pero os aseguro que merece la pena, de verdad.


La vuelta a casa, como suele ocurrir, sin pena ni gracia; calor, calor, un par de refrescos en sendas gasolineras y la despedida en el Alto de los leones, con un atardecer precioso.


Hasta la siguiente….
Un saludo